jueves, 3 de junio de 2010

La estocada final

Los dos partidos tradicionales habían definido su bando. Habían analizado sus intereses individuales y se habían ido por la opción que más les convenía. Las declaraciones empezaron a escucharse después de que un conglomerado de rumores hubiesen vaticinado lo que habría de suceder. La sociedad ya polarizada había reiniciado la carrera electoral, y volvía a preguntar: ¿Por quién vas a votar?

Asistimos a un juego político que, implícitamente, en la historia ya estaba definido. Pero ya es oficial, ya es explícito y eso sólo significa una cosa: aunque al parecer los intereses se definieron, aunque al parecer las conveniencias para cada uno de los partidos están claras, lo único que no parece y que es cierto es que dicha polarización es la estocada final a los partidos tradicionales, que de un tiempo para acá no tienen mayor peso en una sociedad martirizada por la violencia que la lucha entre estos dos bandos tradicionales ocasionó.

Sin embargo, Colombia es aún una sociedad tradicional, apegada a sus antiguas costumbres y el bipartidismo no es cosa del pasado. El rojo y el azul han pasado a formar el naranja, mientras que el verde es un partido de carácter ultraliberal. Con el anuncio oficial de adhesión al naranja o al verde, los diferentes partidos, incluyendo al liberal y al conservador, han dividido sus filas y han generado un espectáculo digno del periodo de la patria boba en el que, entre ellos se han formado rencillas y rencores irreparables.

La carrera a la presidencia va dejando a muchos descabezados, incluso a los dos partidos que, históricamente, habían generado la mayor adhesión de colombianos a sus filas. Hoy, poco queda de este favoritismo, trasladado a nuevas formúlas después de un largo período de fracaso político en el que ninguno de los partidos tradicionales logró cohesionar el país político con el país nacional. Queda por ver si los dos nuevos partidos lograrán hacerlo en lugar de generar un nuevo período de violencia bipartidista, después de que los viejos partidos se dan, en la útlima corrida, su estocada final.

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