martes, 18 de agosto de 2009

La generación contestataria.

Después de haber visto y reído con la conferencia de Jaime Garzón realizada en Cali en el año de 1997 quedan muchas cosas para decir y para pensar.


No puede existir una imagen más fiel de la sociedad colombiana que la que fue descrita por él. Sin embargo, lo que más me interesa destacar en este articulo no son estas características, sino la concepción de juventud colombiana que Jaime Garzón tenía.


Para Garzón, la juventud del país estaba llamada a la rebeldía, pero rebeldía entendida como crítica hacia el gobierno, una forma de impulsar la rendición de cuentas de los gobernantes por los gobernados. Para que esto pasara, esta generación tenía un punto a favor: la época.
Lo que no era permitido años atrás y que era visto como sacrilegio, era avalado por muchos sectores de la sociedad, y hasta por algunos dirigentes políticos.


Esta generación tiene todo en sus manos para poder hacer una crítica política de buena calidad. Tiene la posibilidad de lograr una mejora social y política. Sin embargo, la generación contestataria esta silenciada. Sus gritos no llegan a muchos oídos, porque no hay muchas voces que hagan que se escuchen. La generación contestataria no se pregunta, no se cuestiona, no siente curiosidad por la vida pública, en resumen, no es contestataria.


Hay que rescatar que existe una parte de la población juvenil colombiana que en realidad lo es. Pero la gran mayoría no siente el más mínimo interés por la situación del país. Este hecho no se debe a la falta de identidad o de pertenencia a la que siempre se acude para explicarlo. Diría yo que la explicación a este fenómeno es que la mayoría de los jóvenes llamados a ser contestatarios no sienten ni ven ninguna razón para serlo. Lo que acaba con todo el proceso de democracia a la antigua., porque lo que estamos viviendo no es una democracia original. La democracia moderna es una adaptación a nuestro sistema, la cual se desarrolla mediante los medios de comunicación y sus procesos silenciadores y acomodadores de información.


Queda mucho por decir. Pero, ¿para qué?.

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